Fernando, el doctor querido por toda la ciudad: hace 20 años dejaba el consultorio y abría su librería

/

Fue una eminencia que marcó generaciones por sus diagnósticos certeros y calidez humana. En agosto de 2003 recibió la mención de ciudadano ilustre y el homenaje de la ciudadanía en un evento multitudinario

Nicolás Galliari

El almuerzo en el polideportivo del Instituto Paul Harris había sido multitudinario aquel domingo 23 de agosto de 2003. Una inmensa cantidad de gente se congregó allí para homenajear a Fernando Cicchitti, el doctor del pueblo que había forjado una carrera médica intachable y dejó una huella para siempre en Roldán. Dejaba atrás sus días en el consultorio, recibía la honorable mención de ciudadano ilustre y era aplaudido a rabiar por toda la ciudadanía, entre vecinos, pacientes y familiares. Comenzaba así una nueva etapa en su vida.

Días después de recibir tal distinción, puso en marcha la librería FyR junto a su esposa, Ruth Tonella. Era un proyecto que había ideado tiempo atrás, dada su afición a la literatura, y al que pensaba dedicarse una vez culminada su carrera en la medicina, que abarcó casi 50 años. Desde aquel día y por años, a Fernando se lo podía encontrar atendiendo su nuevo espacio ubicado en el local contiguo a su hogar, dispuesto a intercambiar opiniones con cualquier interesado que llegase hasta allí.

Las visitas de personas que querían contar con su punto de vista médico no cesaron, incluso en horarios de atención. Su servicio y dedicación sin intereses se extendían aun cuando había puesto fin a su carrera en la medicina, dado que no eran pocos los vecinos que se acercaban buscando su certero diagnóstico. La librería se transformó, a la vez, en un lugar donde compartir un café con el doctor, con charlas triviales de política o el clásico del domingo. Un año después, la ciudad le rindió un nuevo homenaje con un ágape en las afueras de su casa.

Una edición de La Veleta, la revista local de tirada semanal en aquel tiempo, contiene un mensaje del doctor que vale la pena evocar cumplidos 20 años. “A manera de epílogo. Digo epílogo porque todo lo que me ha ocurrido en estos días parece sacado de una novela. He recibido, aparte del cariño brindado en forma general, expresiones individuales, ya sea notas, cartas, obsequios o palabras a las cuales guardo celosamente como testimonio del vínculo afectivo que hay entre nosotros”, puede leerse en la primera parte del mensaje.

“Hubo gente que con su trabajo permitió que esta fiesta –en la cual le brindaron la llave simbólica de la ciudad– se distinguiera por su organización que fue perfecta y la programación que le dio calidez al desarrollo. Para ellos, mi agradecimiento. Le he dicho «adiós» a mi consultorio. Le digo: «!Hola!» a nuestra librería”, escribió. La misma edición cuenta con mensajes de gratitud. “Mis felicitaciones y agradecimiento por haber estado siempre a mi lado cuando lo necesité”, decía uno de ellos. “Hemos contado con un médico ejemplar, un amigo que curó nuestras enfermedades y alivió las penas del alma”, expresaba otro.

Todo el pueblo lo despidió a mediados de 2009, cuando su fallecimiento dejó un profundo vacío en la sociedad. Había sido una eminencia, atendió a varias generaciones, se ganó el respeto de cada ciudadano y era admirado incluso por aquellos que no eran sus pacientes. Encontró en Roldán su razón de ser, llegando a cada zona sin marcar diferencias de clases. Desde el Hospital a la clínica, trabajaba día y noche, sin reparos en interrumpir sus actividades por las necesidades de una persona enferma.

Una marca imborrable por vocación y marcada humildad

Dejó una marca imborrable en la localidad, por su vocación y una marcada humildad. Sin distinción entre la medicina pública y privada, ni discriminación por condición económica o religión, atendió a todos por igual. Desde cuando se asentó en la localidad, allá por la década del 50, hasta su retiro profesional en 2003. Previamente, había llegado desde Hersilia –al norte de la provincia– hasta Rosario, donde comenzó sus estudios en 1946. Por aquel entonces ya tenía claro que su objetivo era llegar a las pequeñas poblaciones. En una entrevista, allá por 2003, expresaba: “Si debiera comenzar nuevamente, elegiría un lugar del interior donde no haya médico”.

Su filantropía alcanzó a todos los estamentos sociales. Llegó a aportar de su propio bolsillo para la compra de medicamentos. Se lo podía encontrar fácilmente en su consultorio, aunque también llegaba a los hogares, incluso cuando hace cinco décadas la única forma de transitar era manejando con cuidado por las calles de barro o en sulqui. El padecimiento de artritis o un cáncer de garganta que atravesó durante sus años como médico no le impidieron ser cortés y solidario.

“La clave está en sentir como propio aquello que sufre el paciente”, aducía el doctor. En Roldán llegó a realizar casi un millar de partos, en oportunidades sin la infraestructura adecuada hace más de cuatro décadas. Sin embargo, y más allá de circunstancias desfavorables, lograba sacar adelante la situación.

Sus inicios en la profesión datan de 1958, de la mano de Jacobo Epelman, su guía. Epelman fue uno de los primeros grandes doctores de la zona, y conjuntamente pusieron un consultorio. Tiempo más tarde, Cicchitti lo sucedió en la dirección del Hospital Rural N° 61. Llegaba al nosocomio a primera hora, después de un café con amigos, y luego arribaba hasta su consultorio en la clínica IMAR, una institución que abrió en sociedad con los doctores Héctor Boubila y Susana y Alberto Escalante. Hoy, la clínica continúa funcionando.

Por si fuera poco, fue médico de policía (ad honorem) y de los gremios metalúrgico y ferroviario. Ayudó también a las escuelas e instituciones, al punto de que la Asociación de Bomberos Voluntarios decidió nombrar “Escuela Fernando Cicchitti” a su centro de formación. En 2011, se le dio el nombre del doctor a un nuevo sector del hospital que acababa de ser inaugurado. Hoy, en su exterior puede verse un cuadro con el rostro de Fernando hecho en mosaico.

La sociedad no escatimó en mostrarle su cariño antes de su partida a mediados de 2009, a causa de una neumonía. Tuvo tiempo para la pesca, su pasatiempo preferido, y pasó días en su librería compartiendo charlas con amigos a los que conocía desde hacía años. De aquel agosto de 2003 a hoy pasaron 20 años, pero sigue intacto el recuerdo de su calidad humana y su incansable labor por la ciudadanía.

 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Previous Story

Creció la ocupación de locales comerciales en Ruta 9 y bajó en el centro de la ciudad

Next Story

Los cinco candidatos a concejal en Roldán responden cinco preguntas

Latest from El Roldanense

Copyright 2023. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
DISEÑADO POR lA CIGARRA, COOPERTAIVA DE TRABAJO LTDA